Aserrín en las venas. Una mirada al circo mexicano
Hay quienes se dedican con pasión al negocio de seducir el ánimo de todos aquellos que acuden a su espectáculo a la voz de: “¡Damas y caballeros, niñas y niños, vengan al gran circo de los Hermanos Vázquez!”
Para algunos el circo es parte de un México desconocido, ya que las leyendas y mitos que alrededor del espectáculo y vida circenses que se han generado, pueden espantar al más pintado. La mujer peluda, el caballo de seis patas y algunas otras “atracciones”, fueron quizá, en alguna época ya lejana, presentados como cabeza de cartel. Lo cierto es que hoy en día las familias circenses mexicanas de gran prestigio como los Vázquez, los Atayde y los Fuentes Gasca, ganan premios alrededor del mundo en reconocimiento a su gran talento y excepcional trabajo.
Movimiento sinfín
Entrar a una carpa de circo es internarse en el mundo de la fantasía. Tantas veces hemos escuchado esta frase que ya no hacemos caso de su mensaje, pero en realidad, así es. Como decía Alfred, “aunque usted, no lo crea”, el circo es otro mundo, el de la fantasía. También el teatro, el cine, o un buen libro pueden, sin duda, transportarnos a un mundo fantástico pero, ¿cuál de ellos aposta una gigante carpa nómada para contar su historia en un movimiento sinfín?
Todo sucede durante la noche. Al lugar elegido, van llegando grandes trailers que cargan el mundo del circo, mientras que, en las casas rodantes, llegan los que le dan vida. El lugar en el que se monta la carpa es siempre un terreno amplio, vacío, de esos que antes de la llegada del circo, no tienen un uso tan generoso como el de divertir.
Aurora, hija del pilar del Circo Hermanos Vázquez, don Guillermo Vázquez, es quien se da a la tarea de buscar y encontrar el espacio adecuado para montar carpa y espectáculo y, aunque ella no realiza ningún acto en la pista, la faena de convencer a vecinos y autoridades de que el circo traerá cosas buenas a la comunidad, es casi tan arriesgado como el acto del Péndulo y tan difícil como las Pulsadas, pero como ella tiene aserrín en las venas, hace circo y maroma para poder continuar con esta tradición.
Una vez ahí, más de cien hombres comienzan, al cobijo de las estrellas, la ardua tarea de levantar la carpa bajo el mando de un capataz, que aquí se llama Claudia Ortiz, a quien por cierto debemos nuestro ahora florido vocabulario circense que incluye palabras como: parada, tumba, retenidas, estacado, apaches, palomeras…
Al salir el sol
Las retenidas, bien sujetas hacia el estacado, dan fe del trabajo arduo de todos los que han participado en la “parada”. Y ya está ahí, de pie, una carpa gigante y llamativa que sorprende a los vecinos del lugar que jurarían haber visto el terreno baldío apenas la noche anterior.
Ya se puede ver el zoológico, el trailer de la planta generadora de energía (que es una vitrina que forma parte del espectáculo), la figura de un elefante cubierta por miles de espejos diminutos que reflejan la luz del sol y por la noche, la de cientos de focos que adornan el circo. Se deja ver también la taquilla, aderezada con colores brillantes, luces y fotografías que cuentan historias. Las vallas están también ahí, ya de pie, separando la realidad de la fantasía, pues detrás de ellas quedan las casas en donde los habitantes del circo llevan su vida errante.
Todo en orden y la familia Vázquez, la capataz y los cien hombres, lo único que quieren es dormir, pero no podrán, es el día del debut, así que deberán esperar hasta dar la última función del día.
¡Que comience la función!
Una pista, ya sin aserrín. Gradería, ya sin tablas. El circo, ha cambiado. Hoy la pista lleva una lona, así el público se siente más cómodo al no respirar aquel fino polvo de madera que quien hace circo, lleva en las venas. En la gradería vemos ahora sillas, individuales y cómodas, así que los cojines quedaron en el olvido.
Todos listos. Anunciador, artistas, ingeniero de sonido, orquesta de música viva y por supuesto los apaches, que hacen lo que han hecho desde siempre, corren para un lado y para otro: animales, acción tras bambalinas, lonas, cuerdas, tramoya, aparatos y que no haya espacios “muertos” durante la función.
Se apagan las luces, la orquesta comienza a sonar y una voz grave y animada, nos da la bienvenida al gran Circo de los Hermanos Vázquez. Así comienza el espectáculo. En el centro de la pista hay personas, no personajes, conocemos sus nombres e intercambiamos sonrisas.
Vemos al mundo desfilar por la pista representado por artistas como Tian Ye, acróbata chino; Los Caluga, payasos chilenos con mucha escuela y simpatía; desde Argentina, Nenucho, que con su carisma y su arte en el folklore argentino conquista al público. Varias veces apareció en la pista Raúl González, joven mexicano muy versátil quien lo mismo presenta actos con camellos que con llamas, jirafas y caballos.
El que más nos impresiona es, como el mismo dice “orgullosamente mexicano”, José Alberto Vázquez Atayde, quien es el 2º mejor malabarista del mundo en la categoría juvenil. A sus 17 años ha ganado premios de gran importancia, como aquel que le entregó durante el festival internacional de circo de Mónaco, la propia princesa Estefanía, que dijo: “El joven malabarista mexicano fue el que más me gustó, tiene carisma y ganas de triunfar”.
Aparecen también tigres, caballos, camellos, animales de gran nobleza que participan en los actos circenses con una mezcla de voluntad y resignación; quizá un poco más de la primera y eso bien lo sabe David Vázquez, valiente domador de tigres que entiende bien a Lucas, Lola y Chica y sabe que cualquiera de estos tres felinos, podría atacarlo y lastimarlo irremediablemente si así lo quisiera.
En este circo tradicional no se cuenta una historia, no hay relación entre un acto y otro, el presentador es quien nos introduce con cada artista y cada número. El despliegue tecnológico no es aquel que hoy en día se muestra en esta nueva tendencia “circense-teatral” que ha causado furor, sin embargo, los aparatos que usan para actos como el de las Pulsadas, por citar sólo un ejemplo, poseen tecnología muy sofisticada. Cuentan con todos los elementos técnicos de última generación, así como con profesionales altamente capacitados, como el ingeniero sonorista especialista en acústica ambiental Eduardo Quintana, quien es capaz de sonorizar el más sofisticado de los espectáculos y que nos comentó que el trabajo más difícil que ha realizado es el del circo: “Hay cambios de temperatura por el material de la carpa, que es una membrana que duplica el sonido en ambos sentidos. Además estamos sobre tres tipos diferentes de piso; la lluvia se deja oír, en fin, el circo ha sido mi trabajo más difícil y mejor escuela”.
Hasta la próxima
Aquel mito del payaso que por fuera ríe y por dentro llora son sólo fantasías de aquellos que no han tenido la oportunidad de acercarse a este mundo. Todos con los que platicamos dijeron amar la vida errante, vivir intensamente los actos en la pista y agradecer al circo por darles la oportunidad de vivir experiencias maravillosas y por supuesto, únicas. El Circo de los Hermanos Vázquez, fundado en 1969, ha visitado varios países de América Latina y es el único circo mexicano que presenta su espectáculo itinerante en los Estados Unidos recorriéndolo como dicen ellos: “De norte a sur, de este a oeste presentando a los mejores artistas del mundo”.
Pues así es como termina esta función y únicamente nos queda desearles que todos sus días sean… de circo.