Colonia San Rafael, un barrio de antaño en la CDMX
La colonia San Rafael, una de las más tradicionales de la Ciudad de México, aún conserva la arquitectura y el ambiente de un barrio de antaño en el que todos se conocen.
En las calles la colonia San Rafael en la Ciudad de México coinciden en animada plática igual la señora de la pollería que la del zaguán de la vecindad con el paletero, el maestro de la reparadora de calzado, el del carretón que compra periódicos o fierros viejos, la doña de la miscelánea, el chino del café de sabroso pan horneado, todos entre multitudes que se apresuran hacia sus trabajos y escuelas.
Desde sus inicios, esta colonia aloja una contrastada variedad de clases sociales, pues los locales de barrio de clase media baja conviven con edificios culturales, corporativos, de espectáculos e históricos.
MIRANDO AL PASADO
En tiempos prehispánicos esta zona estaba cubierta por el lago, aunque ya sólo una parte en el siglo XVII, mientras en el resto había huertas, el acueducto de La Verónica –uno de los dos que abastecía de agua potable a la ciudad–, la iglesia de San Cosme y la Capilla del Calvario.
Fue a fines del siglo XIX cuando la ciudad desbordó sus límites y se extendió hacia el poniente sobre haciendas y ranchos, donde se hicieron los tívolis –jardines recreativos con restaurantes y otros servicios– para los que se aventuraban a salir de la ciudad y tomaban los trenes del Circuito baños en dirección a las albercas y baños modernos; en el hoy Parque de la Madre estuvo la Estación Colonia, de donde partían los trenes hacia el norte y oeste del país; mientras por San Cosme circulaba un trencito de mulas.
La colonia San Rafael nació en 1891 como ampliación de la de los Arquitectos (1859) y se pobló rápidamente de sur a norte y de oriente a poniente casi al mismo tiempo que la Santa María, en parte del rancho El Cebollón. En lo que hoy es Circuito interior corría el río del Consulado, la calzada y el acueducto de La Verónica con su bella fuente barroca de la Tlaxpana, absurdamente demolidos en 1879, cuando se introdujo el agua potable a través tuberías de plomo.
Fue de las primeras colonias consideradas modernas, con traza de cuadrícula, usada después en otras, lo único que no la sigue son las diagonales de la Capilla del Calvario (G. Prieto y G. Farías). También se usó el pan coupé –corte a 45º– en las esquinas, pero no las avenidas con camellones arbolados, glorietas o parques de las colonias elegantes.
Los nombres de las calles eran rutas tradicionales como la Calzada de La Verónica, Ferrocarril de Toluca (James Sullivan), o bien Artes e Industria, los cuales se cambiaron por los de personajes de la época como Gabino Barreda, Guillermo Prieto, Ignacio M. Altamirano o Tomás Alva Edison. Los edificios son un indicador de una transformación debida a la especulación inmobiliaria, pues muchos se han sustituido, modificado o descuidado, y los lotes han sido fraccionados.
Aun así, se conserva una gran parte de este rico patrimonio de estilos y logros muy variados: hay casas de vecindad y unifamiliares desde los más modestos hasta verdaderos palacetes, como el de la Universidad del Valle de México, en Sadi Carnot núm 57; edificios de departamentos y de oficinas, salas de espectáculos, como los teatros propiedad de los Fábregas o el otrora fastuoso Cine Ópera, hoy en el abandono.
LA MARCA DE DON PORFIRIO
También abunda la arquitectura ecléctica del porfiriato, mezcla de estilos históricos, como la casa estilo árabe ubicada en G. Barreda núm 71, con ventanas de arcos árabes y emplomados, torreón-minarete y almenas, monumentales vecindades de ecos neoclásicos, con patios cerrados por arcos de ladrillo –Serapio Rendón núm 59–; otras con un gran arco en la fachada –Serapio Rendón núm 42 y 44–; y muchas casas de buena calidad –Serapio Rendón –núm 43–. Casas de los años 20 con decoración geométrica –F. Pimentel esq. G. Barreda–; art deco de las décadasdel 30 y 40 –casas en la calle A. del Castillo–; y modernistas de los 40 y 50.
Hay tres iglesias católicas, una sobre San Cosme según algunos fundada en 1675 por fray Juan de Zumárraga sobre los restos de una ermita del siglo XVI; otra en la calle San Rafael (1919-1946), con un gran ventanal radial sin torres, pero con balcones, así como la modernistade Nuestra Señora de Guadalupe (1952) del gran arquitecto Francisco J. Serrano, autor de muchos edificios importantes, como los cines Teresay Encanto –S. Rendón núm 87– hoy desaparecido a causa de un temblor.
El Hotel Plaza, de 1945 –Sullivan esquina a Insurgentes–, debido a Mario Pani, es lo único construido del ambicioso proyecto Crucero Insurgentes-Reforma, una serie de edificios cilíndricos y un paso a desnivel. Al poniente están los restos de los cementerios inglésy estadounidense. El primero, de 1824, para los protestantes que no eran aceptados en cementerios católicos, se cerró en 1926 y en l980 se exhumaron los restos para transformarlo en el Centro Cultural Juan Ruiz de Alarcón: teatro al aire libre, una bella capilla neocolonial obra del inglés Charles S. Hall, de 1909;y el único parque de la colonia. Al lado, el cementerio estadounidense aloja los restos de los soldados de ese país caídos en la invasión de l847.Al entubar el río Consulado y hacer el Circuito interior se redujeron ambos.
La llegada del metro a la Avenida San Cosme fue una de las causas de su degradación, ríos de gente y comercio informal que invade y ensucia las calles; otra son los antros y hoteles de paso cerca de Insurgentes; y la tercera, la falta de regulación en la construcción.
El siglo XXI sorprende a la colonia con el reto de conservar su vasto patrimonio e incrementarlo, lo que afortunadamente ya está sucediendo, pues se han rescatado variosedificios históricos y construido nuevos teatros. Es urgente promover la revaloración de estas riquezas mediante diversos programas de estudio, catalogación, protección y divulgación que acerquen a los habitantes a apreciarla, además de crear programas de financiamiento para la restauración, lo que les involucraría en su cuidado.
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