El culto a los muertos en San Andrés Mixquic
Mientras que en muchos países, el culto a los muertos es un tema “macabro”, para los mexicanos, desde épocas antiguas, éste es un asunto que “da vida” a una de las tradiciones más hermosas del país. ¡Vívela en Mixquic!
Como en ningún otro país, en México festejamos a la muerte en medio de vistosas ceremonias que son una verdadera explosión de colores y sentimientos.
Entre sabores dominados principalmente por el mole, el pan y el dulce; entre los olores de incienso, cera y por supuesto, entre las flores naranjas que, mientras, intensifican su color con la flama de los cirios y las veladora sirven para dar la bienvenida a las almas de los difuntos. Así los mexicanos rendimos culto a nuestros muertos acompañados de música que alegra los corazones de los vivos.
Gracias a que México es un gran mosaico de tradiciones y manifestaciones artísticas, durante estas celebraciones a los muertos lo mismo podemos encontrar solemnidad y burla, que silencio y algarabía, reflejados en la música y en las oraciones. Por si esto pareciera sorprendente, lo será aún más el saber que en San Andrés Mixquic es precisamente su panteón, lo que ha hecho famoso a este pueblo localizado al sur de la Ciudad de México.
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En efecto, año con año se dan cita en el camposanto de San Andrés, miles de personas para decorar las tumbas de sus difuntos, las cuales, durante el 1 y 2 de noviembre se visten con flores de cempasúchil, calaveras de azúcar y algunos platillos en honor a los fieles difuntos.
Durante el primer día del mes, cuando llega la noche, el júbilo permea el ambiente con la música de grupos tropicales y mariachis que amenizan los concursos de calaveras de cartón con leyendas satíricas, mientras, otras personas acompañan a un cortejo fúnebre escenificado, en donde la viuda lanza frases picarescas a la gente por la pérdida de su esposo quien se halla dentro de un ataúd simulando su muerte; algunas de esas frases picarescas son: el muerto al pozo y el vivo al gozo… o tan bueno y tan fiel…, etc.
Durante su trayecto hacia el panteón estos personajes van solicitando apoyo económico para la sepultura, haciendo bromas a los concurrentes y, una vez que arriban y que están a punto de enterrar al supuesto «cadáver», éste salta del ataúd y corre despavorido entre la multitud ocasionando la risa de los asistentes.
Así, con un aire de burla muy mexicano, el culto a los muertos comienza para después tomar un aire más solemne: las ofrendas siguen realizándose y las veladoras y cirios le dan ya al panteón de Mixquic un toque mágico, mientras que en las casas las puertas se abren para que las ánimas de los muertos saluden a sus deudos, y los visitantes puedan disfrutar de las coloridas ofrendas del lugar.
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Al día siguiente continúa la danza de las almas de los muertos en la tierra, pero ahora toca lugar a las de los adultos: el panteón sigue dominado por ofrendas y comienzan a llegar hombres, mujeres y niños con cubetas, escobas y ramos de flores con la intención de barrer y arreglar las tumbas correspondientes esperando a que el párroco del pueblo llegue para dar la bendición a los asistentes y a las tumbas de los «difuntitos».
De esta manera, en medio de una gran solemnidad y alegría, los días de celebración a los muertos transcurren en Mixquic para recordarle al mundo que entre los mexicanos, la convivencia con la muerte, es algo común…
Cómo llegar
Mixquic se localiza al sur de la Ciudad de México, en la delegación Tláhuac.
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