El literalmente pintoresco Omitlán de Juárez, Hidalgo
De camino a pescar truchas en el colonial San Miguel Regla, en el estado de Hidalgo, fui gratamente sorprendido por un pintoresco pueblecito.
A diferencia de las poblaciones tradicionales, que guardan cierta monotonía en cuanto a los colores de sus fachadas, éste muestra una extraordinaria diversidad de tonalidades limpias y apasteladas, magníficamente alternadas entre casa y casa; las fachadas sólo se uniforman en el guardapolvo de color guinda, limitado por una raya blanca. No pude resistir la tentación de observar más de cerca esta rara exhibición cromática y tomé un camino por el que descendí hasta la hondonada donde se encuentra la colorida población de Omitlán de Juárez.
Una vez allí comencé a hacer preguntas a los lugareños, quienes de manera afable y solícita fueron respondiéndome, sin dejar de incluir, claro está, los innumerables comentarios con que suelen aderezar sus respuestas los habitantes de algún lugar provinciano.
Así pude enterarme de que fue el gobierno municipal el que determinó pintar las fachadas con esta policromía, quizá para diferenciarse de la otra cabecera municipal, Mineral del Monte, que también decidió redecorarse, pintándose toda de amarillo.
Consideré que era oportuno aprovechar la espléndida luz de ese momento y comencé a tomar fotografías. Mientras deambulaba por las limpias y alineadas calles me enteré de que la extensión del pueblo es de apenas 110.5 km2y su población de aproximadamente 10 200 habitantes, en su mayoría trabajadores de las empresas mineras de Mineral del Monte y Pachuca. Los demás son campesinos que siembran principalmente maíz, haba y cebada, mientras que otros atienden las huertas productoras de ciruela, pera y manzana criolla o de San Juan.
Como el pueblo es realmente chico, muy poca gente se dedica al comercio y a las labores burocráticas. Sin embargo, su pequeñez no impide que sea un pueblo próspero y muy bien organizado. Cuenta con todos los servicios públicos necesarios, como agua potable, salud pública, escuelas, etcétera.
Un hecho que merece especial reconocimiento es la manera como mantienen los dos afluentes que atraviesan al pueblo: el río Amajac y el arroyo de Salazar, los cuales se encuentran perfectamente limpios y, por fortuna, ningún tipo de drenaje ni de agua residual se vierte en ellos, ejemplo que deberían tomar muchas ciudades del país.
Coherente con esta conciencia ecológica es el cuidado que los pobladores brindan a las extensas áreas boscosas que rodean al municipio, controlando eficazmente la tala inmoderada o clandestina de árboles, así como los incendios forestales, a los que han puesto especial atención, como lo demuestra el buen estado en que se encuentran los cerros aledaños.
Otra de las características singulares de este pueblo es la ubicación de su templo: no está en la plaza principal, como es lo normal en la gran mayoría de las poblaciones mexicanas, sino a las orilla. Es una construcción del siglo XVI fundada por frailes agustinos, que en sus inicios sólo fue una capilla, y posteriormente, en 1858, se reconstruyó para convertirse en una iglesia consagrada a la Virgen del Refugio, cuya fiesta se celebra el día 4 de julio. Aunque modesta y austera, la iglesia también guarda la misma peculiaridad del pueblo, pues se halla en perfecto estado de pintura y de limpieza, tanto en su interior como en el exterior.
Siguiendo el recorrido fui a parar al palacio municipal, donde tuve la ocasión de conocer la historia de la fundación de Omitlán y el origen de su nombre. Sobre el primer punto, aunque existen evidencias de grupos prehispánicos, como la gran cantidad de puntas de flecha de obsidiana y de hachas guerreras encontradas en los alrededores, el pueblo no fue fundado sino hasta 1760, y recibió la categoría municipal el 2 de diciembre de 1862. Después de varios estudios realizados por los arqueólogos se llegó a la conclusión de que las armas que se han encontrado fueron usadas por los aguerridos chichimecas asentados en Mextitlán, en contra de los ejércitos aztecas que les disputaban la estratégica hondonada, aunque al parecer nunca lograron arrebatársela del todo, ni someterlos o cobrarle tributo alguno, como era la práctica común del poderoso imperio.
Sobre el origen del nombre, Omitlán deriva del náhuatlome(dos) ytlan(lugar, lo cual significa “lugar de dos”, debido presumiblemente a los dos crestones de peñas, llamadas del Zumate, que se localizan al occidente de este municipio.
En tiempos de la Colonia, Omitlán también dejó registro importante de su presencia, según lo atestigua el Catálogo de construcciones religiosas del estado de hidalgo, y que a la letra dice: “En El Paso se edificó el primer departamento de fundición de plata, que fue bautizado con el nombre de Hacienda Salazar, quizá por el de su propietario, estando sujeta aquella zona a la Gran Provincia de Omitlán”. Y en otro capítulo de la misma obra se señala que durante la dominación española llegó a ostentar la categoría de república de indios, dependiente de la alcaldía mayor de Pachuca.
Fue oriundo de Omitlán el general don José María Pérez, declarado oficialmente héroe del ejército republicano por haber protagonizado la famosa batalla de Casas Quemadas, que se llevó a cabo en la vecina población de Mineral del Monte, y en la que intervino un nutrido número de soldados omitlenses para vencer, de manera por demás contundente, al imperialista ejército austriaco, defensor de la causa de Maximiliano de Habsburgo.
Otra singularidad de los omitlenses es su afición al deporte, pues a pesar de ser una diminuta población cuenta con el segundo parque de beisbol más importante de todo el estado, llamado parque “Benito Ávila”, nombre del famoso veracruzano que jugó en el beisbol estadounidense de los años cincuenta. Es tal el apego a este deporte que sólo en el municipio existen 16 equipos o novenas, y sobre todo los infantiles han destacado con campeonatos ganados a nivel estatal. Si alguna vez se creyó que el beisbol tenía mayor arraigo en los estados del norte o en los costeros, pues ya vemos que no.
Ir a Omitlán de Juárez nos brinda la oportunidad de visitar otros tantos sitios atractivos e interesantes, como el Parque Nacional El Chico, o la enorme presa de la Estanzuela, en la que se pueden advertir los estragos de la sequía que ha azotado a esa zona. Asimismo, a unos pocos kilómetros de ahí se encuentran los evocadores pueblos de Huasca, con su hermosa parroquia colonial, o San Miguel Regla, donde se puede pescar, remar y admirar las famosas cascadas de las Prismas.
Así, en Omitlán de Juárez se reúne un buen número de interesantes cualidades de nuestra cultura, historia y costumbres. Sobre todo, resulta un positivo ejemplo para muchas regiones de México de lo que se puede lograr en cuanto a la calidad de vida, mediante una respetuosa relación con el entorno ambiental. No por gusto el poeta xochimilca Fernando Celada compuso elPoema a Omitlán, que en una de sus décimas dice:
Omitlán lleno de amores,Omitlán lleno de vidaque es la tierra prometidade todos los luchadores.Aquí no mueren las flores,no se cansa el arroyuelode estar contemplando al cielosiempre azul y transparentecomo plácida corrienteque va surcando su suelo.
SI USTED VA A OMITLÁN DE JUÁREZ
Toma la autopista núm. 130 hasta Pachuca, Hidalgo. De ahí continúe por la carretera núm. 105 vía corta México-Tampico, y 20 km más adelante encontrará esta población; se le agregó el nombre de Juárez en honor del benemérito de las Américas.
Fuente : México desconocido No. 266 / abril 1999
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