El Museo Franz Mayer (Distrito Federal)
En el siglo XVI, existió sobre la vieja calzada de Tlacopan (actualmente Av. Hidalgo al norte de la Alameda Central), una alhóndiga para el repeso de las harinas.
En ese lugar, Pedro López, licenciado en medicina y hombre de bien, al que el pueblo llamaba con justicia Padre de los Pobres, fundó en 1582, después de superar multitud de dificultades, una ermita y un hospital, además de una casa para niños expósitos que no fue sólo la primera de América, sino una de las primeras en el mundo a la que llamó: Ermita, Hospital de la Epifanía y Casa de Cuna de Nuestra Señora de los Desamparados.
A la muerte del doctor Pedro López, después de más de 40 años de fructífera labor, el Hospital de los Desamparados llegó a tal penuria, escasez y abandono que se pensó clausurarlo definitivamente. Con el fin de darle nueva vida a la institución, el virrey Don Juan Mendoza y Luna, marqués de Montes Claros, trajo de España para que se encargaran del servicio del Hospital a los religiosos de la austera y benemérita orden de los juaninos, quienes llegaron a México en 1604. Pronto construyeron un nuevo templo dedicado a San Juan de Dios, confiriéndole al hospital. y a la Casa de Cuna el mismo nombre.
Cuantiosos daños sufrió la construcción en 1716 durante un voraz incendio que se inició en el templo, extendiéndose al hospital y al convento. Todo fue reconstruido con mayor lujo, gracias a la caridad pública. En 1800 un terremoto ocasionó muchos desplomes y cuarteaduras al edificio que inmediatamente fue reparado. Durante más de dos siglos, los austeros juaninos sostuvieron la importante institución, hasta que en 1820 las Cortes españolas decretaron la supresión de las órdenes hospitalarias. Cuatro años después de la lamentable salida de los juaninos, el hospital fue clausurado, y uno antes, sin respetar a los enfermos, lo ocupó un regimiento que casi lo destruyó, hasta que finalmente fue desalojado del sitio.
De 1820 a 1830, el hospital permaneció cerrado hasta que las madres de la Enseñanza lo tomaron a su cargo durante cuatro años, a pesar de que los edificios amenazaban ruina. Después de mil vicisitudes, don Manuel Andrade, médico del Hospital, llevó a las Hermanas de la Caridad gracias a un decreto que expidió en 1844 quien fuera Presidente de la República don Valentín Canalizo. El 17 de febrero de 1865, al reglamentar el emperador Maximiliano el oficio de la prostitución, instaló en el mismo lugar, sin cambiarlo siquiera de nombre, el hospital de las prostitutas. En 1875, durante el gobierno provisional de Sebastián Lerdo de Tejada de acuerdo a las Leyes de Reforma, fueron expulsadas del país las Hermanas de la Caridad quienes estuvieron hasta entonces cargo de la institución, cambiando el nombre de Hospital de San Juan de Dios, por el de Hospital Morelos.
En 1920 se realizaron importantes remodelaciones al templo y al hospital quitándoles el aspecto pavoroso y sombrío que tenían. Para hermosear la pequeña plaza comprendida entre los templos de San Juan de Dios y el de la Santa Veracruz, se colocó enmedio la estatua de mármol del cura José María Morelos y Pavón, obra del italiano Piati, misma escultura que por decreto de Maximiliano se había colocado el 16 de septiembre de 1865 en la plazuela de Guardiola para conmemorar el centenario del nacimiento del prócer. Dicha plazuela llevó por un tiempo el nombre de Morelos. En 1926 la hermosa estatua se cambió de sitio para colocarla en la colonia de La Bolsa, dejando en su lugar un mercado de flores, el cual desapareció en la década de los sesenta al remodelarse la Plaza de la Santa Veracruz.
En 1962 se constituyó el Fideicomiso Cultural Franz Mayer, mediante el cual el Banco de México, a la muerte del gran coleccionista y acaudalado alemán Franz Mayer Traumann, se haría cargo de su fabulosa colección de obras de arte para exhibirlas en un museo digno de tales tesoros, lo mismo que su cuantiosa fortuna serviría para administrar holgadamente el museo que debía llevar su nombre.
En 1975, a los 93 años de edad, falleció el gran coleccionista y finalmente, en 1979, después de una exhaustiva búsqueda para encontrar el lugar idóneo para la valiosa colección, se solicitó el desalojo del antiguo inmueble del Hospital Morelos para su restauración y adaptación como museo, siendo este el mismo edificio donde el doctor Pedro López fundara su benéfica institución.
El gobierno de México concedió al fideicomiso autorización por un período de 99 años renovables, para instalar en el antiguo Hospital Morelos un museo de arte que contendría la fabulosa colección, lugar que actualmente lleva el nombre de Museo Franz Mayer. Este hermoso museo fue inaugurado el 15 de julio de 1986, logrando mantener a lo largo de una década, un gran dinamismo en la difusión cultural de su maravilloso contenido mediante visitas guiadas, exposiciones temporales, conferencias, conciertos y presentación de libros.
Franz Mayer Traumann nació el 22 de septiembre de 1882 en Mannheim, Alemania. En 1905, cuando apenas contaba con 23 años de edad, llegó a la Ciudad de México con la representación de la compañía de seguros inglesa Merryl Lynch. Poseedor de una brillante inteligencia, Mayer logró amasar una cuantiosa fortuna al cabo de pocos años. Su inclinación por el coleccionismo y su amplia cultura, lo impulsaron a emplear ese enorme caudal con el fin de reunir una gran cantidad de piezas de arte, con la ambiciosa idea de convertir algún día su casa en un museo importante.
De excepcional podríamos calificar la interesante colección que reunió el acaudalado alemán en casi 60 años de activa búsqueda por todo el mundo. Mediante su afán de coleccionista, logró recuperar para México una gran cantidad de obras de arte que se consideraban perdidas, pues se encontraban en el extranjero, así, llegó a juntar 30,000 piezas de exquisito arte.
La cerámica española, la china, la inglesa y sobre todo la poblana, lo atrajeron particularmente logrando reunir millares de ejemplares de los siglos XVII y XVIII, entre los que figuran cerca de 20,000 azulejos. La plata fue, junto con la cerámica, uno de los principales intereses de Franz Mayer, ya que logró conseguir más de 1,500 piezas de diferentes épocas, algunas de ellas sobredoradas. Se considera que estas muestras figuran entre las más importantes del mundo en su género. Excelente mobiliario, puertas labradas en maderas preciosas con incrustaciones de hueso, de concha nácar o de marfil y arcones forrados de piel, forman parte así mismo del museo; los textiles de diferentes lugares y épocas del mundo lo atrajeron sensiblemente, lo mismo que las esculturas de piedra, de marfil, de cerámica o de metal y principalmente de madera estofada.
En la colección Franz Mayer hay extraordinarias piezas de orfebrería, cristalería y relojes; sarapes y rebozos mexicanos, artesanías de papel, de paja y plumería multicolor, mapas, campanas, candados, abanicos y cientos de objetos de uso doméstico. La amplia muestra de pintura europea de los siglos XV al XX, y la mexicana desde el XVI, podrían por sí solas formar una amplia pinacoteca. Más de 7,000 volúmenes con temas básicamente de artes aplicadas, conforman el contenido de su amplia y cómoda biblioteca. Quizá lo más valioso de ella sea la colección, por cierto la más importante de América, de 700 ejemplares de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en 14 idiomas, obra eterna del Príncipe de los Ingenios Miguel de Cervantes Saavedra.
La bien planeada museografía nos guía fácilmente involucrándonos en la historia y haciéndonos vivir cada uno de los temas mostrados en sus numerosas salas.
Fuente: México en el Tiempo No. 15 octubre-noviembre 1996
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