El otro Valle de Guadalupe, tierra de ensueño en Baja California
El otro Valle de Guadalupe en Baja California? ¿Pues cuántos hay?
En realidad sólo uno, pero en este artículo nos referiremos exclusivamente al histórico, bucólico y productivo; uno que huele a frutas, a lavanda, y cuyos habitantes, si bien reconocen todas las ventajas de los adelantos tecnológicos, respetan profundamente a la tierra, y a la hora de trabajarla son sutilmente cautos por el hecho de que sus raíces rurales les vienen de muchos siglos atrás.
PRIMEROS HABITANTES DEL VALLE
El Valle de Guadalupe, ubicado al noroeste de Ensenada, y famoso mundialmente por sus viñedos, fue descubierto en 1795 por el alférez español Ildefonso Bernal; luego, en 1834, la orden dominica, por conducto de fray Félix Caballero, fundó en una de sus mesetas la misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte. Los frailes, aprovechando las características de la tierra y del clima, iniciaron el cultivo de la vid, el albaricoque, la pera y el olivo. El valle contaba entonces con aproximadamente 400 habitantes nativos, a quienes los dominicos enseñaron la lengua castellana, la agricultura y la ganadería. Sólo cinco años permanecieron los dominicos en la zona, ya que en 1840 varios grupos indígenas atacaron y destruyeron la misión. En julio de 1841, Luis Castillo Negrete, encargado del gobierno en Baja California, decretó la distribución de las tierras misionales, asentando que los bienes de las misiones pertenecían a la República, y que la tierra, según las leyes, podía ser adquirida por cualquier ciudadano para hacer buen uso de ella. Así, el rancho de la ex misión de Guadalupe pasó a ser propiedad del gobierno de la Alta California, que lo vendió en 1845 a Juan Bandini; luego de ser adquirido por varios propietarios sin que ninguno de ellos valorara las cualidades de su tierra, es vendido a representantes de la empresa rusa Colonizadora de Baja California, Sociedad Cooperativa. Los nuevos dueños del Valle de Guadalupe pertenecían a la comunidad religiosa de los molokanes, y fueron éstos los primeros, después de los frailes dominicos, que impulsaron en gran escala el cultivo de la vid.
LOS RANCHOS DEL OTRO VALLE
Desde que entramos a San Antonio de las Minas nos sentimos ya en plena zona rural. Cada rancho tiene su propio sabor; unos se dedican a la quesería artesanal, otros a la apicultura o al cultivo de los nogales, etcétera. Todos estos ranchos son únicos en el norte del estado y algunos de ellos en el país, porque los agricultores han decidido practicar el cultivo orgánico, a la manera de los ancestros, como una forma de producir sin afectar el medio ambiente. Hoy en día existe una gran preocupación por tener buena salud y una vida prolongada, y ésta sólo se logra consumiendo alimentos que vienen sanos desde su cultivo, y justamente son los agricultores bajacalifornianos los que ahora han tomado las riendas en este sentido para lograrlo con sus productos.
RANCHO NOGUERAL
Nuestra primera parada fue la espléndida finca nogueral que se encuentra en San Antonio de las Minas, sus dueños son muy amables y con ellos pasamos una agradable mañana caminando por los vastos plantíos cargados de nueces. Nuestros anfitriones fueron explicándonos todo el proceso que se requiere para cultivar los nogales en esta región, ya que no es zona nogueral, así como la manera de resolver la falta de agua, que es uno de los problemas más severos por los que atraviesan todos los agricultores de aquí.
RANCHO HERBOLARIO
Siguiendo nuestro camino llegamos a Fiesta Farm, en el km 91.5 de la carretera Ensenada-Tecate. Conforme nos íbamos aproximando nos fue invadiendo una mixtura de fragancias de flores y hierbas aromáticas, como albahaca, tomillo, orégano, romero, entre otras. De pronto nos encontramos frente a los largos surcos de plantas en floración; sobre ellos revoloteaba una infinidad de coloridas mariposas, que competían en número con las abejas que también chupaban el néctar de las flores. La dueña de este rancho nos comentó: “Creo que llevo en la sangre el gusto por la herbolaria, porque mi madre fue herbalista y una jardinera orgánica de hierbas y vegetales… desde el inicio el cultivo fue orgánico y fuimos los primeros en practicarlo en esta región. En 1996 me asocié con un texano para sembrar hierbas culinarias, como albahaca verde y morada, arugula, eneldo y muchas otras más, todo para exportación a Estados Unidos”.
INVERNADERO MUNG KING EN VALLE SAN MARCOS
Otro encuentro extraordinario fue con los invernaderos Mung King, de germinados únicos en el país, en San Marcos, un valle silencioso, rodeado de lomeríos que al caer la tarde se tornan violáceos, y con un clima delicioso, totalmente mediterráneo. Realmente sorprende el volumen de la producción diaria de germinados orgánicos (libres totalmente de pesticidas y fungicidas), de frijol Mung y de toneladas de germinados verdes como alfalfa, girasol, soya, rábano, cebolla, brócoli, trébol y lechuga.
RANCHO TOMATERO
También en San Marcos se encuentra un rancho tomatero, donde gracias al tesón y a la experiencia de su dueño, los extensos campos producen exuberantes cosechas. El propietario tiene diez años dedicado a la agricultura orgánica, lo que le ha servido para desarrollar con éxito el negocio de tomates, los cuales son de una extensa variedad de colores y géneros. Casi toda la producción se exporta a Inglaterra, Francia y Estados Unidos, y por supuesto a los restaurantes de la región. El rancho también tiene ganado mayor, como vacas Montana y ovejas Sulfork, todas alimentadas con el producto orgánico que se siembra especialmente para ellas. Algo que nos llamó la atención fue que los campos de cultivo están dispersos, y es que, como nos comentaba el dueño, para concentrar los sembradíos en cualquier parte del rancho habría tenido que talar una gran parte de flora silvestre, lo que desde luego afectaría al medio ambiente, porque los animalitos que habitan por allí se habrían asustado y poco a poco irían desapareciendo, “como ha sucedido en tantos lugares, y eso sería un desastre”. Asimismo, los tomates recién caídos en los surcos son intocables, pues están destinados para todos los animalitos que ahí llegan a comer diariamente, como conejos, liebres, ardillas, codornices y una gran variedad de pájaros.
FINAL DEL VIAJE
Y así continuamos nuestro recorrido por el Valle de Guadalupe, parando aquí y allá, hasta que llega la hora de regresar a casa. Nuestra búsqueda del “otro valle” fue fructífera; hoy llevamos con nosotros un valioso bagaje de conocimientos sobre métodos de cultivo orgánicos y otras prácticas agrícolas, pero sobre todo llevamos el recuerdo del paisaje, de los suaves aromas que lo inundan, del calor de su clima mediterráneo y, principalmente, de la belleza de la gente de esa tierra de ensueño.
¿Quieres escaparte a Baja California? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable