Las guacamayas verdes y rojas
La algarabía era ensordecedora y una multitud de pájaros multicolores alegraban las ramas de los árboles más altos. Esto era común hasta hace sólo tres décadas en Palenque, Chiapas. Un poco más al sur, otra especie todavía mayor, aunque menos numerosa, también hacía notar su presencia con su canto ruidoso y su silueta encendida de tonos escarlatas: eran las guacamayas, unas verdes y otras rojas.
p>LA GUACAMAYA VERDE
Es la más común en México y se le llama también Papagayo,Alo, Gop, X-op (Ara militaris, Linnaeus,1776), una especie con el cuerpo de color verde, mientras la cabeza y la cola son rojas. Resulta difícil diferenciar a la hembra del macho, pues ambos tienen grandes dimensiones que sobrepasan los 60 a 75 cm de longitud y no presentan dimorfismo sexual. Sencillamente, son similares. Es distintivo el color verde amarillento en casi todo el cuerpo, con una corona roja y con parte de las alas en azul; las mejillas son rosas y las plumas de la cola turquesa. En cuanto a los jóvenes, su coloración es similar a la de los adultos.
Como especie anida en cavidades de árboles vivos o muertos, así como en oquedades de peñas y acantilados. En dichas oquedades ponen entre dos y cuatro huevos elípticos blancos. No se sabe bien si se reproducen cada uno o dos años, pero en casi todo México se ha registrado que entre octubre y noviembre inician la temporada reproductiva con la ubicación del sitio para anidar.
En pocas semanas nacen dos pollos, y entre enero y marzo es cuando un joven independiente abandona el nido. Es el único que quizá llegará a la edad adulta.
Esta especie se encuentra en riesgo debido a la destrucción de su hábitat, la captura de pollos y de adultos para el comercio nacional e internacional, y su empleo como ave de ornato. No obstante, su comercialización causa la declinación actual de sus poblaciones, cuyo aislamiento y fragmentación la enfrentan a serios problemas de sobrevivencia. La escasez de sitios adecuados para anidar también afecta a los reproductores y, por eso, disminuye su número. La depredación forestal también daña a los árboles con cavidades donde anidan y que han sido derribados para capturar a sus crías.
Para nuestros abuelos era común observar grandes grupos cuando realizaban vuelos diarios para conseguir comida, consistente en varios tipos de frutas, vainas, semillas, flores y brotes tiernos. Ahora, esta ave antaño frecuente en casi todo el país, excepto en Baja California, ha sido afectada por la depredación ambiental y se ha reducido al mínimo esta distribución, que originalmente cubría desde el norte de México hasta Argentina. En nuestros días, su hábitat comprende la planicie costera del Golfo de México, los valles y las sierras del centro oeste del Pacífico, y la Sierra Madre del Sur, donde se asocia a selvas bajas y medianas, aunque a veces llega hasta los bosques de encinos y pinos.
LA GUACAMAYA ROJA
Una de las más hermosas aves de América es la guacamaya roja, denominada además Papagayo,Alo, Ah-k’ota, Mox, Gop, X-op, (Ara macao Linnaeus,1758), cuya coloración escarlata y gran talla -entre 70 a 95 cm- la hacen lucir espectacular. Tiempo atrás era una especie frecuente desde el norte de México hasta Brasil, y que aún en décadas recientes habitaba en las riberas de algunos ríos de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche. Sin embargo, hoy se encuentra extinta en toda esta costa y es rara en las zonas donde habita. Sólo han sido registradas dos poblaciones viables, una en los límites de los estados de Oaxaca y Veracruz y otra en el sur de Chiapas.
El atractivo plumaje en gran parte de su cuerpo, de rojo a escarlata, es similar en ambos adultos. Algunas plumas de las alas son amarillas y las inferiores de un intenso azul. la cara luce la piel desnuda, con el iris amarillo en adultos y café en los jóvenes. Es un hecho que las partes coloridas del macho influyen durante el cortejo, cuando ejecutan exhibiciones muy sencillas, pues las más elaboradas comprenden reverencias, ondulación de las patas, proyección de alas al suelo, dilatación de pupilas, erección de la cresta, etc. Son monógamas y una vez hecha la conquista, ella y él frotan sus picos, limpian su plumaje y se ofrecen alimento, hasta realizar la cópula.
En general, las guacamayas rojas se reproducen cada uno o dos años.
Su temporada inicia entre diciembre y febrero, cuando ubican las cavidades dejadas por pájaros carpinteros u otras aves, donde incuban uno o más huevos durante tres semanas. Dentro se desarrollan las crías indefensas, mientras sus padres las alimentan con vegetales regurgitados y parcialmente digeridos; esta fase termina entre abril y junio.
Raramente, algunas parejas logran sacar dos pollos, pero por lo general sólo uno llega a adulto, pues hay más de 50% de mortalidad.
Son aves de vuelo alto, que recorren grandes distancias para alimentarse y obtener frutos de amate, palmas, chicozapote, ramón, vainas y flores, brotes tiernos y algunos insectos, los cuales constituyen sus alimentos favoritos y están esparcidos en extensas áreas. Su hábitat son las selvas altas, siempre verdes, junto a grandes ríos tropicales, como el Usumacinta, donde han sobrevivido y tolerado las perturbaciones causadas a estos ecosistemas. También, está asociada a selvas medianas en zonas montañosas poco elevadas. No obstante, según los biólogos, esta guacamaya requiere de grandes superficies selváticas bien conservadas para alimentarse, reproducirse y sobrevivir.
Ambas especies se encuentran en serio peligro de extinción, pues los últimos grandes grupos sufren las mismas presiones que las erradicaron en el resto del país: destrucción de su hábitat, captura de jóvenes y adultos para el comercio, así como para mascotas o adornos disecados. También, las afectan enfermedades o predadores naturales, como las águilas y abejas africanizadas. Pese a estar protegida por las leyes nacionales e internacionales, el tráfico ilegal continúa y urgen campañas de educación ecológica para que nadie compre esta especie u otro animal silvestre. Asimismo, es prioridad realizar programas de investigación y conservación con las últimas sobrevivientes, pues también serán tocadas por el impacto ambiental y el alto precio que pagan quienes las comercian, en un negocio tan lucrativo, que seguramente puede extinguirlas.
Fuente: México desconocido No. 319 / septiembre 2003