Ruta de los sabores y colores del Bajío (Guanajuato)
Las empresas caseras del Bajío atesoran un inmenso marco histórico y económico que las ha llevado a ser el símbolo gastronómico y artesanal de Guanajuato. ¡Descúbrelas!
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Las fértiles tierras del Bajío guanajuatense dan origen a una dinámica actividad agrícola y ganadera. Ya alguien decía de la región de Salamanca que » si se siembran diez mil fanegas de grano pueden recogerse doscientas mil».
A mediados del siglo XIX los fecundos campos de Irapuato dieron la bienvenida a la deliciosa fresa, considerada un manjar de dioses en muchos otros países. En Irapuato pueden disfrutarse las fresas cristalizadas, en chocolate, con crema o vainilla, y en su más reciente modalidad, con picante.
Los antiquísmos trabajos de cestería son otra de las maravillas de Irapuato. Algunos investigadores proponen que dicha actividad, en México, nació en el año 6000 a.C. La investigadora Laura Zaldívar nos dice que «La cestería es actualmente en nuestro país una actividad realizada, casi siempre, por campesinos muy pobres, la calidad de su trabajo es pocas veces reconocida, y casi nunca bien remunerada…
Comprender el esfuerzo que se ha invertido en producir algo, aparentemente tan sencillo como una canasta, y reconocer que se necesita usar la imainación y tener sensibilidad para hacer de un montón de varas o zacatecas algo util y hermoso, nos permitirá disfrutar más de ese objeto y reconocer la capacidad creativa que sus autores tienen, a pesar de las condiciones en que viven.
En Salamanca, tal vez el centro industrial más poderoso del estado, la receta de la nieve de pasta, producto capaz de deleitar a los más exigentes paladares, pertenece solamente a algunas familias. Nos atrevemos a decir que el sabor de la nieve salmantina es uno de los más apetitosos de México.
Una de las tradiciones artesanales más antiguas es la de la cera escamada. Sus primeros trabajos datan de finales del siglo XIX, aunque el uso de la cera fue intrioducido en Salamanca por los misioneros agustinos a principios del siglo XVII. Salamanca deslumbra al visitante con sus increíbles Nacimientos de Cera, tradición que ha fluido a través de los años por la sangre de las familias salmantinas. Los trabajos de cera escamada ostentan los primeros lugares a nivel nacional por la escrupulosidad y originalidad de sus diseños.
En Celaya encontrarás ecos de un ambiente profundamente artesanal y no podrás sustraerte al empalagoso encanto de sus dulces típicos. Debido a los ataques de los chichimecas, los frailes franciscanos que llegaron a la zona se vieron forzados a construir un fuerte defensivo. Un dato curioso es el de la leyenda que dice «De Forti Dulcedo», impregnada en el escudo de la ciudad de Celaya y que significa «la dulzura del fuerte» o » de los fuertes es la dulzura», como si se hubiera previsto la gran importancia de esta ciudad en actividades culinarias.
En la ciudad de Celaya vivía una cuantiosa cantidad de cabras, lo que propició el nacimiento de la cajeta, la cual adquirió su nombre y peculiar sabor por el nevase hecho de madera y utlizado desde fechas remotas, el cajete. Esta tradición, que también ha quedado en manos de familias celayenses, se remonta a 1820.
Para disfrutar de las artesanías celayenses basta buscar los tradicionales trabajos de cartón y la recién nacida actividad de los alebrijes. Si estás considerando un lugar donde matar tres pájaros de un tiro: visitar, comer y admirar, toma nota de esta ruta: Irapuato, Salamanca y Celaya… ¡Te va a encantar!
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