Cereada de Ocotepec, tradición única del Día de Muertos
Te invitamos a descubrir y vivir la cereada de Ocotepec, una celebración que captura el espíritu del Día de Muertos y la riqueza de nuestras tradiciones ancestrales.
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En México, el Día de Muertos se celebra de maneras diversas y coloridas, pero en Ocotepec, Morelos, la tradición adquiere un matiz único con la cereada. ¿Ya habías escuchado sobre esta festividad? Aquí te contamos más sobre ella.
Se trata de un evento especial que fusiona lo prehispánico con lo contemporáneo, creando una forma profunda y emotiva tanto para recordar como celebrar a los seres queridos que ya no están con nosotros.
¿Qué es la cereada de Ocotepec?
La cereada es más que una simple conmemoración; es un acto de amor y memoria. Por lo regular esta celebración se realiza el 28 de octubre de cada año, coincidiendo con el Día de San Lucas. Sin embargo, las familias de Ocotepec la celebran el 18 de octubre de cada año, en memoria de una trágica matanza durante la Revolución Mexicana.
Este día, los habitantes colocan ofrendas en las tumbas de sus seres queridos. Por ello las adornan con flores, velas, alimentos y objetos personales que reflejan la vida, así como los gustos del difunto. Pero lo que realmente distingue a la cereada es la vigilia nocturna, en la que las familias pasan la noche junto a las tumbas, compartiendo alimentos, bebidas y recuerdos.
Ritual Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
La tradición de la cereada tiene raíces profundas en las costumbres prehispánicas y ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En Ocotepec, la celebración comienza con la colocación de la ofrenda al mediodía del 17 de octubre, seguida de una novena que incluye rezos específicos de la comunidad. Este acto es una muestra de la devoción con la que los habitantes honran a sus difuntos, buscando mantener viva la conexión con ellos.
Una de las características más fascinantes de los altares en Ocotepec es el ‘cuerpo simulado’. Este bulto, vestido con la ropa y zapatos del difunto y con una calaverita de azúcar en lugar de cabeza, recrea la presencia del ser querido.
Alrededor del cuerpo se disponen flores, velas, frutas, y en los pies, alimentos y bebidas. Este montaje, conocido como Ofrenda Nueva cuando se realiza por primera vez, es visitado por vecinos y amigos que, como muestra de agradecimiento, reciben alimentos y bebidas.
Preparativos
Los preparativos para la cereada comienzan mucho antes de la festividad. Las familias de Ocotepec ponen especial esmero en la elaboración de los manjares favoritos de los difuntos, ya que creen que la satisfacción de estos puede traer prosperidad o desdicha. Así, las ofrendas se llenan de color y sabor, con alimentos cuidadosamente dispuestos entre flores y objetos artesanales.
La cereada no solo es un evento familiar, sino también comunitario. Las puertas de las casas en Ocotepec están abiertas para todos los visitantes, quienes son bienvenidos a participar en esta rica tradición.
Al caer la noche, el panteón del pueblo se ilumina con la luz de los cirios y velas que los visitantes traen para alumbrar el camino de los muertos hacia sus hogares. Esta práctica, que da nombre a la cereada, simboliza la guía y el cuidado que la comunidad brinda a sus difuntos.
Participar en la cereada de Ocotepec es sumergirse en una tradición que trasciende el tiempo y el espacio, una oportunidad para conectar con la cultura y la historia de México. Esta celebración no solo honra a los que se han ido, sino que también refuerza los lazos entre los vivos, recordándonos que la memoria y el amor perduran más allá de la muerte.
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