Las cuevas de la Sierra Tarahumara: el ancestral hogar de los rarámuri
Desde hace siglos, las cuevas de la Sierra Tarahumara han sido el hogar de los rarámuri. Aunque actualmente se han vuelto un punto turístico, dicho sitio sigue siendo habitado por este pueblo.
Desde tiempo ancestrales, las cuevas de las Sierra Tarahumara han servido como hogar del pueblo rarámuri. Enclavadas en el estado de Chihuahua, estas cavernas han brindado cobijo y sustento a los también llamados tarahumaras. También en ellas, a pesar de que se ha preservado un estilo de vida tradicional, han llegado diversos cambios con el correr de los tiempos, los cuales han modificado el quehacer cotidiano de este pueblo originario.
Los rarámuri o tarahumaras
En la sierra que lleva su nombre habitan los tarahumaras, o rarámuris “los hombres de los pies alados», como ellos se llaman a sí mismos. Los varones suelen llevar una camisa amplia, suelta, con cuello y grandes mangas con puño, de manta blanca o de colores en seda brillante. En la frente llevan un lienzo amarrado de lado, con las puntas colgando, que se llama kowera. Las mujeres tradicionalmente portan una blusa con batita, de la que sale un faldón plegado que les llega a la cintura, y mangas amplias con puño. Sus faldas son amponas, superpuestas, tres o cuatro, blancas o de colores, y las acinturan con un ceñidor de lana.
Sus religiosidad se basa en un catolicismo altamente sincrético, que combina elementos de la evangelización jesuita y creencias muy antiguas. Realizan ritos ancestrales, como la bendición del peyote, presidida por sus autoridades y chamanes, en la noche, en medio de los bosques. A la Semana Santa acuden «los pintos», que son unos hombres casi desnudos, con el cuerpo decorado con círculos blancos.
Las cuevas de la Sierra Tarahumara
Durante las épocas de calor, los rarámuri suelen vivir en pequeños grupos en los valles de las altas montañas de la Sierra Madre Occidental, de las que bajan en invierno, antes de que se cubran de nieve. Ya instalados en el sitio escogido, se dedican a la alfarería y la cestería. También se ocupan de reparar sus casas de adobe o de madera, los graneros y las palizadas para su ganado. Además, siembran maíz y frijol en las tierras que los circundan a través de una organización comunal.
Sin embargo, varios otros tarahumaras también habitan las cuevas de la sierra homónima. Algunos viven en estos espacios silvestres por tradición, otros por necesidad. Estos sitios cuentan con todo lo necesario para el día a día. Regularmente tienen un fogón que usan para cocinar, así como sencillos muebles, trastos y todos los utensilios que se encuentran en una casa rarámuri de los valles montañosos. Estas habitaciones se han adaptado a la forma natural de la cueva, tallada en enormes y sólidos peñascos.
El turismo
Actualmente, las cuevas de la Sierra Tarahumara se han vuelto un sitio de interés turísitico. Esto se debe a que muchas personas quieren conocer el estilo de vida tradicional de los rarámuri. Y si bien esto es alimentado por las agencias de viaje e ideas exóticas de los visitantes, lo cierto es que este pueblo se ha adaptado a la nueva inercia, permitiendo que otras gentes conozcan sus hogares.
El interés en su vida, ha hecho que los tarahumaras condicionen sus comunidades como espacios turísticos, permitiéndoles mantener su tan apreciada autonomía. Allí venden arte tradicional como adornos de madera, joyería, muñequitas de trapo, ropa, adornos, guares y otros objetos fabricados por los habitantes de la región. También se pueden adquirir infusiones y hierbas medicinales de la zona.
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