Hotel El Mirador Acapulco. Entre los acantilados de La Quebrada
Su orografía natural y el estilo de sus villas dan un toque romántico de elegancia casual y tranquilidad.
Pocos sitios de México son más conocidos a escala mundial que La Quebrada, en el turístico puerto guerrerense, gracias a su espectáculo de los clavadistas, quienes ante la mirada acuciosa de viajeros provenientes de varios continentes, se lanzan al vacío desde una impresionante altura para sumergirse en el mar entre los ríspidos acantilados.
Tradición y valentía
Esta muestra de audacia se repite varias veces cada día y el punto de mira para disfrutarlo es el Hotel El Mirador, obra de un hombre visionario, Carlos Barnard, quien desde 1933 se enfrascó en la titánica tarea de construir unos cuartos en los acantilados de La Quebrada. Siete décadas después, el hotel cuenta con 133 habitaciones y nueve junior suites con jacuzzi, en pleno entorno exuberante, con una espectacular vista al Océano Pacífico por un lado y por el otro a la atractiva bahía de Santa Lucía.
Con el encanto de un pueblito
Su orografía natural y el estilo de sus villas dan un toque romántico de elegancia casual y tranquilidad. Incluso, al caminar por los senderos que conducen a las áreas de alojamiento, tal parece un pueblito de provincia. Además, cuenta con tres albercas, entre las cuales destaca una poza de agua salada de 195 m2 y un asoleadero.
Recuerdos de antaño y de hoy
Al recorrer el hotel llaman la atención algunas paredes de las áreas comunes donde se exhiben las firmas y fotos de muchos de los huéspedes y visitantes de prestigio internacional, como artistas de cine o presidentes de diversos países. Una de las rúbricas más recientes es del actual mandatario mexicano.
Gastronomía guerrerense e internacional
Dos restaurantes ofrecen opciones para los comensales, tanto los huéspedes como quienes van a El Mirador para observar a los clavadistas. Está La Perla, inaugurado en 1949, especializado en cocina internacional y el Don Carlos, cuyo nombre homenajea al fundador del lugar, con capacidad para 200 comensales y donde es posible saborear los típicos desayunos guerrerenses frente a una maravillosa vista al mar.
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