Jarochos, quiénes son y porqué se llaman así
El origen de la palabra jarocho se encuentra en los diestros jinetes mulatos que arreaban el ganado en Veracruz. ¡Conozcamos más al respecto!
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Aunque hoy en día usemos de forma generalizada el nombre jarocho para llamar a la gente de Veracruz y más específicamente, a la de su costa, su origen se remonta a la tercera raíz de México: la africana. Y es que un principio, el término designaba a la población mulata y afrodescendiente de este estado. Con ello, una rica historia cultural y social de siglos se sintetizó en una sola palabra. Ésta se transformó en el cimiento de una rica tradición veracruzana.
La jarocha y los jarochos: el origen de la palabra
El término jarocho se remonta a la exuberante ganadería que se practicaba en la región de la costa veracruzana, a partir de su introducción en el siglo XVI. Los jinetes encargados de arrear al ganado en el Sotavento (una de las zonas ribereñas de Veracruz), usaban una lanza, la cual recibía el nombre de jara o jarocha, palabra de origen árabe. Este estilo de ranchería montada era originario de la región de Andalucía, en España.
La mencionada pica de ganadería era la herramienta que diferenciaba a estos jinetes, de los chinacos del Altiplano de México. Otra característica fundamental, es que estos hombres a caballo eran mulatos, es decir, afrodescendientes. Solían provenir de comunidades donde personas de África (la mayoría, esclavos fugitivos) se habían casado con indígenas de la región.
El nacimiento del estereotipo del jarocho
En la época virreinal, estos jinetes se dedicaban sobre todo a arrear el ganado vacuno. Lo iban conduciendo con sus lanzas desde la costa de Veracruz, hasta Córdoba, Orizaba y la Ciudad de México. Es precisamente en la capital del país, a inicios del siglo XIX, cuando se les empezó a llamar jarochos, gracias a su vistosa herramienta de trabajo.
Durante la guerra de Independencia y después de ella, los jarochos jugaron un papel similar al de los chinacos, pero en tierras veracruzanas. Allí, además de las labores ganaderas, se dedicaron a conformar milicias que participaron en los diversos conflictos que sufrió la joven nación.
También en esta centuria, se les describió en diversas crónicas tanto por otros mexicanos como por viajeros europeos. Era visible su destreza en el caballo; llevaban, además de la jara, un machete sujeto a su cinturón. Montaban descalzos y vestían camisas de manga ancha. Sus cabezas iban cubiertas con sombreros de ala amplia y copa baja. Las jarochas, por su parte, llevaban blusas escotadas, zapatos ligeros que dejaban descubiertos los dedos de los pies y un chal. Su cabello iba sujeto por una peineta.
Se solía decir que los jarochos despreciaban las labores agrícolas, por considerarlas monótonas y aburridas. En cambio, arrear ganado les aseguraba emociones y diversas aventuras en su día a día. Eran hábiles de palabra, tenían un carácter arrojado y amaban las fiestas y fandangos.
La gran región jarocha
Si bien, lo jarocho se originó en la zona costera del Sotavento, en Veracruz, en el siglo XIX se convirtió en una región cultural del país. Y es que a la población afrodescendiente a la que se llamaba jarocha, no solo se ubicaba en este estado mexicano. Se extendía desde tierras veracruzanas hasta los estados de Oaxaca y Tabasco, en las cuencas de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos.
Muestra de ello es el son jarocho, la expresión musical por antonomasia de la región, la cual también se conformó en el siglo XIX. Actualmente se sigue interpretando tanto en el puerto de Veracruz, como en San Juan Guichicovi, Tuxtepec, Ixcatlán y Ojitlán en Oaxaca, y en Huimanguillo, Tabasco. Numerosas poblaciones mestizas, nahuas, popolucas, mixes, mazatecas, zapotecas y chinantecas de estas tres entidades mexicanas, siguen inmersas en la cultura jarocha.
Después del renacimiento cultural de Veracruz de los años cincuenta y del movimiento jaranero de los años setenta y ochenta, lo jarocho pasó a ser el denominativo coloquial de la gente veracruzana, particularmente la del puerto y el Sotavento, sin distinción de su procedencia étnica. Sin embargo, no debemos olvidar su origen en las comunidades mulatas y afrodescendientes de la extensa región transoceánica de México.
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