Sierra de San Pedro Mártir. Recuento de maravillas (Baja California)
Hace poco me enteré de la autorización a un grupo para iniciar la tala de la Sierra de San Pedro Mártir. Sentí gran indignación.
Se trata de un atentado a uno de los santuarios naturales de Baja California y una de las pocas regiones de pino con que cuenta. No hay justificación para este ecocidio, uno de los miles que sufre cada día nuestro planeta y que tanto nos empobrecen.
Hace poco me enteré de la autorización a un grupo para iniciar la tala de la Sierra de San Pedro Mártir. Sentí gran indignación. Se trata de un atentado a uno de los santuarios naturales de Baja California y una de las pocas regiones de pino con que cuenta. No hay justificación para este ecocidio, uno de los miles que sufre cada día nuestro planeta y que tanto nos empobrecen.
SIERRA DE SAN PEDRO MÁRTIR
Localizada en el municipio de Ensenada, es la sierra más alta de la península. Es un macizo granítico de gran belleza, cumple una función ecológica y climática de suma importancia. Tiene una extensión de 70 km de largo por 40 km de ancho. Sus partes altas están cubiertas por un hermoso bosque de pinos.
San Pedro Mártir está a 250 km al sur de Ensenada. Una pequeña parte de la sierra está destinada al Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir, y creo que toda debería gozar de protección. La región destaca por la belleza escénica de su geografía en donde sobresalen sus macizos de granito blanco, entre ellos el Picacho del Diablo, el más alto de la península (3 100 msnm); sus desfiladeros como los cañones del Diablo, del Chorro y Toledo, sólo por citar los más profundos; y sus valles como el de La Encantada, La Misión, La Grulla y Santa Rosa, entre otros.
En San Pedro Mártir se encuentran las pocas corrientes de agua permanente del interior de la península y forman sus cascadas más altas, que nacen del arroyo del Chorro (véase México desconocido núm. 215). Aquí ocurren los climas más fríos de Baja California, y en invierno la nieve suele bloquear el acceso hacia sus partes más altas. En el verano el clima es lluvioso y fresco, muy agradable, cubriéndose todo de un gran verdor y una belleza inusitada. De hecho, San Pedro Mártir es la región más lluviosa de toda la península y cumple una función reguladora del clima, esencial para el ciclo vital. Colinda con el desierto de San Felipe, cuya aridez contrasta con el verdor de la sierra.
Gracias a sus desniveles topográficos presenta una amplia diversidad de flora y fauna. Las mesetas se cubren de extensos bosques de pino de varias especies, también se ven encinos, juníperos, alisos, álamos, sauces y palmeras, entre otros árboles importantes. Las especies de pinos más sobresalientes son el Abies concolor, Pinus lambertiana, Pinus jeffreyi, Pinus monophylla, Pinus coulteri y Pinus murrayana. Hay además una sucesión de comunidades vegetales, desde las alturas medias hasta el desierto en donde proliferan árboles (encinos, alisos, álamos, sauces), hasta matorrales, arbustos y cactáceas. Sólo en lo que es el parque nacional se han encontrado 142 especies vegetales.
En San Pedro Mártir existe una importante cantidad de fauna, de la que destacan más de 50 especies de mamíferos como borrego cimarrón (Ovis canadensis), puma (Puma concolor), venado bura (Odocoileus hemionus), gato montés (Lynx rufus), tejón (Taxidea taxus)), zorrillo pinto (Spilogate putorius), babísuri (Bassariscus astutus), zorrita del desierto (Vulpes velox), zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) y coyote (Canis latrans), además de numerosas especies de murciélagos, ardillas y otras. Se conocen más de 100 especies de aves, varias endémicas; pájaros carpinteros, guajolotes, colibríes, águilas, halcones, buitres, y algunas migratorias como patos, gansos, etc. Anteriormente aquí vivía el cóndor de California. También es hábitat de numerosas especies de reptiles, anfibios y peces de agua dulce como la trucha arcoiris.
Desde tiempo inmemorial han vivido aquí los indios kiliwas, actualmente relegados al Arroyo del León (véase México desconocido núm. 218). De los vestigios prehispánicos que se hallan en la sierra sobresale el arte rupestre. El registro más antiguo de San Pedro Mártir nos lo da el padre Kino, quien al divisar la costa californiana desde Sonora, descubrió sus picos nevados más altos y los registró en sus mapas como “Sierra Nevada” en 1701. El primer europeo en penetrar a ella fue el misionero jesuita, oriundo de Bohemia (actualmente en la República Checa), Wenceslao Linck, quien en 1766, al efectuar una extensa exploración desde la misión de San Borja, alcanzó la sierra y la cruzó hasta salir al desierto de San Felipe. En ese entonces fue bautizada “Sierra de la Cieneguilla”. Posteriormente, el alférez José Velázquez y el capitán José Joaquín de Arrillaga la exploraron extensamente para buscar sitios donde establecer misiones. En 1794 el misionero dominico fray José Loriente fundó la misión de San Pedro Mártir de Verona en el actual Valle de la Misión. Desde entonces la misión heredó su nombre, aunque sólo funcionó hasta 1824 y de ella casi no quedan vestigios. En 1947 parte de la sierra fue decretada como parque nacional. En 1971 la UNAM estableció allí el Observatorio Astronómico Nacional, debido a las excelentes condiciones atmosféricas y a la claridad del cielo. Actualmente este observatorio es uno de los más modernos del mundo.
En tiempos recientes San Pedro Mártir ha sido campo de exploraciones notables llevadas a cabo principalmente por Alfredo Careaga, Carlos Rangel, Manuel Casanova y Carlos Lazcano, en las que se han recorrido los cañones más importantes, escalado las paredes de piedra más grandes y visitado sus más remotos valles y parajes. La Sierra de San Pedro Mártir es accesible para quien quiera conocerla y disfrutarla. El parque nacional cuenta con zonas para acampar, y el observatorio permite visitas, y es posible llegar a ambos en un vehículo alto, ya que se cuenta con buena terracería.
Quienes gustan de la naturaleza disfrutarán recorrer los cañones desde su fondo. Estos recorridos no son fáciles y requieren cierta destreza, pero vale la pena. Caminar entre el bosque y por los valles es algo único. Acampar y pescar truchas en los arroyos, observar las estrellas y percibir los sonidos de la naturaleza es toda una experiencia. Esto y más es San Pedro Mártir. Pero podría dejar de serlo si no nos comprometemos a cuidar, proteger y amar de veras nuestras regiones naturales.
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