Los baños de vapor públicos, una tradición mexicana a punto de extinguirse - México Desconocido
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Spa y relajación

Los baños de vapor públicos, una tradición mexicana a punto de extinguirse

Ciudad de México
6 – Baños Colonial – San Angel – CDMX – NT

Los baños de vapor han jugado un papel importante en la vida social y terapéutica de la CDMX. Te contamos su historia.

En nuestra ciudad, las crónicas nos hablan de los baños de vapor con nombre y apellido desde el año de 1799, año de inauguración de los Baños Doña Andrea que estaban en la calle de Filomeno Mata. Ya a mediados del siglo XIX había algunos baños en la calle de Madero, como los famosos Baños del Doctor Tirón. Del mismo modo, en la actual plaza de La Ciudadela se encontraban los Baños “Las Delicias”, y en la Merced los Baños “Del Montón”. 

En 1850 se inaugura lo que inició como Baños Pane, que después derivaría en la Alberca Pane, que se encontraba en el Paseo de la Reforma frente a la actual estatua de Colón. El suntuoso balneario contaba con jardines, baños hidroeléctricos, vapores y baños turcos, escuela de natación, las recién estrenadas regaderas de presión, y una preciosa alberca alimentada por fuentes brotantes. El lugar cerró en 1906.   

Ya entrado el siglo XX, los baños de vapor sufrieron un primer embate de la modernidad, y es que todavía en el siglo XIX y bien entrado el XX la mayoría de la gente no contaba con baños en su casa. Debido a ello, tenían que recurrir a los baños públicos, de ahí el auge de estos. Sin embargo, ya a partir de mediados del siglo XIX se empezaron a construir los primeros pozos artesanales en la ciudad para servicio de casas particulares, y a partir de 1906, el drenaje de la ciudad llegó a muchos domicilios. Para 1912, llegó “el agua de la llave”, y ya para mediados del siglo XX, la mayoría de los hogares contaba con un baño y regadera en sus casas. 

Sin embargo, a pesar de la modernidad y de estos avances tecnológicos, algunos baños de vapor todavía siguieron ofreciendo sus servicios. Esto debido a que la cuestión de los poderes curativos del vapor fueron siempre insustituibles, entre otros, la infaltable terapia para curar “la cruda”, es decir, para aquellos que necesitan del “vaporazo” para regresar al mundo. Ni que decir de esta parte que tiene que ver con la socialización de los caballeros. Estos sólidos  argumentos, sin duda abonaron para que algunos baños de vapor todavía permanecieran durante el siglo XX en nuestro paisaje urbano, en algo así como el último oasis del desierto. 

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Los últimos sobrevivientes

Hoy, en pleno siglo XXI, los modernos spas, y los clubes sociales y deportivos, han asestado el último golpe a los tradicionales baños de vapor de toda la vida. Actualmente solo quedan unos pocos que han sobrevivido a este último embate de la modernidad, entre el centenar que ha resistido estoicamente, son de destacar: 

  • El Peñón de los Baños, muy cerca de la Terminal 1 del aeropuerto internacional. De hecho, estos baños termales y medicinales existen desde tiempos inmemoriales y son los únicos en su tipo de nuestra ciudad. A este peñón que se erguía en algún momento en el Lago de Texcoco, venían Moctezuma y su corte. Incluso después Maximiliano Carlota, y también Porfirio Díaz venía hasta aquí para beneficiarse de las propiedades curativas de estas aguas de manantial. Hoy, el lugar cuenta con sus tinas de mármol para sus baños medicinales y terapéuticos, con camastros de descanso en un bello jardín donde todavía se conserva intacta una capilla colonial.
  • Los Baños Señorial que se encuentran en Isabel la Católica número 92.
  • Los Baños Colonial que están en San Ángel justo frente a la plaza de San Jacinto. Aquí el cliente puede decantarse por el vapor, pero también por el baño turco, el sauna, el jacuzzi, los masajes, la peluquería, y también tienen una fuente de sodas con café, refrescos, etc. 

Otros sobrevivientes son: los Baños Escorial y Puerto Vallarta en Iztapalapa, Baños Molinos en Mixcoac, Baños Portonovo en la Portales.

En fin, el “vaporazo”, con cruda o sin cruda, sigue siendo una tradición muy mexicana, y si a eso le sumas un buen masaje, una “peluqueada”, y un cafecito bien cargado, pues, ni hablar, quedas sin duda como nuevo. 

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