Los lacandones, protectores de la selva chiapaneca
Conoce a los lacandones, un grupo indígena de Chiapas que conserva de forma casi intacta sus tradiciones y religión.
Se conoce como lacandones a un grupo indígena de origen maya, que habita la selva Lacandona, también conocida como Desierto de la Soledad, ubicada en la frontera entre Chiapas, México, y Guatemala. Este pueblo se denomina así mismo como hach winik, que significa «verdaderos hombres». Hasta la actualidad conservan el habla de su lengua originaria, el chorti, que es un idioma derivado del maya.
Dos generaciones de lacandones
Cuando se habla de los lacandones se hace referencia a dos grupos que habitaron la región en distintos momentos históricos. Los primeros de ellos tuvieron por centro la laguna Lacam-Tun, actualmente Miramar. A diferencia de los actuales lacandones que hablan chorti, los primeros se comunicaban en cholti, idioma que actualmente está extinto.
Tras la llegada de los españoles, los primeros lacandones resistieron hasta el siglo XVI, cuando su ciudad fue destruida por un grupo de soldados españoles. Posteriormente, migraron a unos kilómetros dentro de la misma región, donde fundaron Sac-Bahián. Finalmente fueron sometidos en el siglo XVIII.
Los nuevos lacandones comenzaron a reunirse en torno a la región hacia finales del siglo XVII y son mezcla de mayas del Yucatán y el Petén de Guatemala. Inicialmente, los lacandones modernos abarcaban un territorio mayor, tratándose de distintas tribus con linajes definidos. A finales del siglo XVIII y durante el XIX se realizaron varios intentos fallidos para evangelizar a los indígenas. Debido a ello se formaron cercos culturales que perduran hasta hoy en día.
La vida de los lacandones
Los lacandones tiene su principal fuente de subsistencia en la agricultura, además de aprovechar los grandes recursos hídricos de la selva, como el río Usumacinta y las numerosas lagunas que posee. Otra de las actividades económicas es la ganadería, que suele realizarse en territorios en descanso de la agricultura. También se aprovecha la fauna silvestre de la zona, tanto acuática, como terrestre y aérea.
Debido a su tardía relación con el catolicismo, los lacandones preservan con gran pureza su religión ancestral. En su cosmovisión, por ejemplo, es necesario recibir permiso de las divinidades para poder ocupar un campo para el cultivo, de lo contrario, el acto puede ser castigado con una enfermedad.
Existe un extenso panteón de dioses ordenado jerárquicamente que mantienen el orden cósmico. Por ello, es posible encontrar divinidades menores que habitan en los lagos o ríos, así como otras de mayor importancia de carácter lunar, solar o celeste.
Debido a que cada uno de estos seres divinos tienen una importancia vital en el destino individual y social, los indígenas lacandones mantienen una intensa práctica ritual con ellos. Gracias a las prácticas adivinatorias, los lacandones pueden entender cuáles son las causas de sus enfermedades, así como profetizar acontecimientos negativos. Los rituales que ayudan a contrarrestar los males son celebrados en los templos.
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