Martín Cortés, el hijo de Hernán Cortés que quiso ser rey de la Nueva España
Cuando lograron regresar a México, Martín Cortés y sus hermanos intentaron crear un reino independiente de España. Te contamos la historia.
La Independencia de México fue un proceso histórico tan antiguo como el virreinato mismo. Tras la caída de México-Tenochtitlán, algunos pueblos originarios continuaron en resistencia, mientras que al interior del gobierno español comenzaban las rivalidades. Entre los últimos, sobresale el caso de Martín Cortés Zúñiga, hijo del colonizador Hernán Cortés, quien inauguró las disputa entre criollos y peninsulares.
Martín Cortés nació en la ciudad de Cuernavaca, hoy Estado de Morelos en 1533. Heredó de su padre el título nobiliario de segundo marqués del Valle de Oaxaca. Su madre fue la española Juana Zúñiga, por lo que en el sistema de castas estaba clasificado como criollo. Cabe mencionar que tuvo un hermano con el mismo nombre, Martín Cortés Malintzin, El Mestizo, quien fue hijo de Hernán y la Malinche. Ambos hermanos se criaron juntos y tuvieron una relación estrecha.
Viajó a España junto a su padre en 1540, y se puso a las órdenes de los reyes Carlos I y Felipe II. Debido a ello participó en las expediciones militares de San Quintín y Países Bajos. En el viaje también se embarcó Martín «El Mestizo» y su hermana Juana Zúñiga. En 1547 Hernán Cortés falleció en España en medio de un conflicto por su intención de hacerse con el poder del virreinato.
Martín mantuvo una vida cercana a la aristocracia, entre ellos el escritor Francisco López de Gómora, quien escribió la Historia general de las Indias.
Martín Cortés, primer criollo rebelde de la Nueva España
En 1563 Martín Cortés decidió regresar a la Nueva España, lo acompañaban sus hermanos Martín y Luis. En ese momento era considerado el hombre más rico del virreinato. La aprobación de las Leyes Nuevas prohibía que los hijos de conquistadores heredaran encomiendas, lo que afectaba económicamente a la familia de Cortés. Debido a ello, inició un movimiento que permitiera que permitiera la autonomía de la administración de la Nueva España. Dicho episodio fue conocido como La Conspiración de Martín Cortés.
A la muerte del virrey Luis de Velazco y Ruiz de Alarcón en 1564, Martín fue nombrado capitán general por el ayuntamiento de la Nueva España (actual Ciudad de México). Inmediatamente tuvo un enfrentamiento con la audiencia, en el que Cortés insinuó sus intenciones de independizar el virreinato. En 1565 se levantó una sublevación de encomenderos en la que quisieron coronarle como rey de la Nueva España.
Como consecuencia se arrestó a Martín Cortés y a Alonso Ávila, hombre rico del virreinato. En julio de 1566 también quedaron detenidos sus hermanos Martín «El Mestizo» y Luis. A todos se les sentenció a muerte, pero las vidas de los hermanos Cortés se salvaron por intervención del nuevo virrey, Gastón de Peralta y Bosquet.
Por su parte, Gil González de Ávila y Alonso de Ávila, quienes también eran descendientes de conquistadores, no tuvieron la misma suerte. Se dio la orden de cortar sus cabezas y exhibirlas frente al Palacio del Ayuntamiento.
Los abusos del visitador Alonso Muñoz
Debido al conflicto, el rey Felipe II envió como visita extraordinaria al licenciado Alonso Muñoz. Una vez en la Nueva España, el representante de Felipe II destituyó al virrey por deslealtad y lo desterró a España. Muñoz continuó con el encarcelamiento y la ejecución de sublevados.
La actitud sanguinaria del visitador Alonso Muñoz llegó a tal grado que descuartizó a algunos detenidos. Asimismo, torturó a Martín Cortés «El Mestizo» con golpes y dando la orden de obligarlo a beber grandes cantidades de agua. Cuando el rey Felipe II se enteró de las torturas de la Nueva España en 1568 giró una orden para que Muñoz regresara inmediatamente. Felipe II reprochó directamente a Muñoz su conducta; un día después el visitador yacía muerto en su habitación.
Cuando Martín Cortés regresó a España en 1567 se le procesó, pagó una alta multa y se le confiscaron sus propiedades. Estuvo desterrado en Orán. Para 1574 se le otorgó una amnistía y pudo recuperar sus bienes, sin embargo, Nueva España le estaba vedada. Martín Cortés murió en 1589 en Madrid, España.