Palacio de Lecumberri, la cárcel que volvía locos a los prisioneros
Conoce la historia del Palacio de Lecumberri, la cárcel fundada por el presidente Porfirio Díaz en 1900, de la que se han desprendido terribles memorias de inhumanidad.
Las celdas de castigo del Palacio de Lecumberri eran oscuras, frías y no tenían baño; en ellas eran encerrados los prisioneros con mala conducta y que en consecuencia necesitaban correctivos drásticos, o simplemente eran puestos ahí aquellos que eran aborrecidos por los celadores. Aquellas mazmorras eran algo aterrador para los internos.
El comienzo de la historia
Pero dichas habitaciones aisladas estaban lejos de ser el elemento más cruel de esta cárcel fundada por el presidente Porfirio Díaz en 1900.
Y es que el solo hecho de vivir en uno de los siete brazos de la prisión era suficiente motivo para ir perdiendo la razón poco a poco, y en los siguientes párrafos explicaremos el por qué.
Lecumberri fue erigida por los ingenieros Miguel Quintana, Antonio Torres Torija y Antonio M. Anza, quienes decidieron construirla bajo el tipo de arquitectura carcelaria panóptica, patentada por el inglés Jeremías Bentham.
El mencionado estilo consiste en construir una serie de pasillos que culminan todos en un punto y con una sola torre de vigilancia al centro, la cual era suficiente para estar al tanto del movimiento de cada interno.
Con ello los prisioneros (que en un inicio eran solo 996) estaban sometidos a una fuerte presión psicológica que los llevaba a la locura, puesto que nunca tenían privacidad, ninguno sabía si estaban siendo observados por el vigía.
Pero aquello era el inicio de una serie de situaciones que hicieron de Lecumberri, la prisión más inhumana del país. En un inicio fueron internadas 996 personas, luego la cifra de prisioneros pasó a 3 mil 800 en pocos años, lo que derivó en que las celdas individuales fueron ocupadas por tres o más personas.
A raíz del hacinamiento las autoridades carcelarias dejaron de poner atención en el mantenimiento de la prisión, después vinieron condiciones más insalubres y para colmo una escasez de comida que producía que los internos quedaran en los huesos.
Con estas pésimas condiciones el Palacio de Lecumberri recibió a los jóvenes capturados tras las protestas de 1968, algunos de los cuales fueron torturados y asesinados dentro.
Llegaron a Lecumberri también José Agustín, José Revueltas, Alberto Aguilera Valdez, David Alfaro Siqueiros, Ramón Mercader (el asesino de León Trotsky), Álvaro Mutis, Pancho Villa e incluso el cantante Juan Gabriel.
Palacio de Lecumberri, la decadencia
Pero la llegada del narcotraficante cubano Alberto Sicilia Falcón, sería decisiva para el futuro carcelario del también llamado «palacio negro».
Falcón mandó a hacer un túnel de la prisión que desembocara a la cercana avenida Héroes de Nacozari, dándose a la fuga en 1976. Tras el escape el gobierno quedó en ridículo, por lo que el presidente Luis Echeverría ordenó el cierre del penal ese mismo año, el edificio fue convertido en el Archivo General de la Nación.
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