Xochipilli: dios del enamoramiento y las flores
Encontrada en las faldas del Popocatépetl, la escultura de Xochipilli ha sido aclamada por generaciones. Te contamos sobre las interpretaciones de este dios enigmático.
Xochipilli: el Niño de las flores
En el Museo Nacional de Antropología e Historia se exhibe una escultura que representa a uno de los seres divinos más enigmáticos del panteón mexica. Su nombre es Xochipilli, que se traduce literalmente como <<Príncipe de las flores>>.
Sin embargo, su nombre también puede ser traducido como <<Niño de las Flores>>; entendiendo el prefijo <<pilli>> como un niño o joven proveniente de la realeza.
El análisis etimológico de su nombre también permite conocer más acerca de su naturaleza, ya que al ser un dios solar, se puede vincular fácilmente al sol niño o el sol naciente. Es decir, al momento en que el mundo se ilumina y comienza el éxtasis de los cosas al nacer; el instante en que las flores toman color gracias a luz.
Una divinidad en éxtasis
La escultura de Xochipilli presenta a un hombre con las piernas cruzadas, manos suspendidas y un rostro conmovedor que mira hacia los cielos. Todo en su cuerpo estremecido tiene dirección hacia su mirada vuelta al «más allá».
Debido a la naturaleza metafísica de Xochipilli, esta divinidad también suele estar vinculado a la belleza y la poesía, y por consecuencia, al amor. El mismo nombre del Niño de las flores es compatible semánticamente con la forma de designar a la poesía náhuatl, es decir, in xóchitl, in cuícatl <<flor y canto>>.
Otro de los aspectos importantes de la escultura, que permiten un mayor alcance interpretativo, son los aspectos florales en su cuerpo. Sin bien parece lógico que al ser una divinidad de las flores éstas le representen, al momento de analizar las flores que tatúan su cuerpo es posible descifrar el sentido auténtico en que se relacionan la belleza, el «más allá», la poesía y el éxtasis.
Según el botánico Robert G. Wasson, las flores representadas como ornamentación de Xochipilli no son otras que los enteógenos utilizados en las culturas prehispánicas, cuya importancia en la vida indígena nos es difícil siquiera intuir, pero que tenía vínculo directo con la experiencia creativa.
De acuerdo con la tesis de Wasson, los mexicas entendían los efectos de las distintas plantas sagradas como el acceso al Tlalocan <<el néctar de Tláloc>>, un edén prehispánico. Allí eran capaces de recordar antiguas memorias y visionar acontecimientos fuera del tiempo. En todos estas imágenes la intuición juega un papel central, que seguramente terminaba por ser aterrizado en una experiencia de belleza artística: la poesía.
Al ser un Dios del enamoramiento, de la experiencia esotérica, es fácil deducir que lo indescriptible de la experiencia a la que se asociaba lo constituían como una divinidad compleja. Por ello la necesidad de ser vinculado a la poesía y a la creatividad.
La poesía en este sentido, se relaciona con Xochipilli como una forma de señalización simbólica; en indicativo de la experiencia mística producida por los alucinógenos, cuyo mensaje no es posible transmitir de un sujeto a otro.
¿El dios mexica de los homosexuales?
Como bien es sabido, los dioses prehispánicos representaban aspectos de la vida humana. Los fenómenos naturales a los que los dioses estaban relacionados solo era una parte de su realidad filosófica y simbólica.
Hablar de un dios gay u homosexual en la cultura mexica es por mucho un exceso, ya que los dioses prehispánicos no representaban cosas concretas. Atribuir un único aspecto a las divinidades mexicas desemboca en una mutilación simbólica.
Sin embargo, hablar de un dios en el que ciertos aspectos de la vida sexual pudieran congeniar no parece una tesis arriesgada. Este es el caso de Xochipilli, un dios benefactor de los hombres homosexuales que ejercían la prostitución.
Si bien es contradictoria la información sobre la forma en que se concebía la homosexualidad en el mundo mexica, es posible intuir que esta se encontraba mediada a través del travestismo y la prostitución ritual.
Un análisis simbólico del sociólogo David Grenberg sugiere que Xochipilli no solo representaba el éxtasis, sino que también se vinculaba a las relaciones sexuales rituales homosexuales que algunos informantes españoles registraron.
Incluso es posible emparentarlos filológicamente, ya que los individuos que ejercían la prostitución eran designados “xochihua”, que se traduce como “portador de la flor”.
Sin embargo, no es posible concluir que en el panteón mexica haya existido una divinidad específica para las drogas o la homosexualidad. Sólo a través de una visión integral se puede deducir en qué sentidos se pudo vincular a uno u otro aspecto, que hoy comprendemos de una forma distinta.
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