5 fachadas espectaculares de la Ciudad de México
Admira las portadas de cinco fantásticos edificios de la capital y sorprendente con sus curiosos, extraordinarios y delicados diseños que engalanan las principales calles del Centro Histórico.
Palacio de Bellas Artes
A un costado de la Alameda Central se yergue, majestuoso, el Palacio de Bellas Artes. La magnífica construcción de triple cúpula, elaborada en mármol blanco traído de Italia y de varias regiones del país, resalta entre el atiborrado paisaje conformado por modernos y antiguos edificios que, día a día, son testigos del ajetreo del Centro Histórico de la gran capital.
Con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia,el presidente Porfirio Díazmandó a construir un espacio que se asemejara a las espléndidas óperas europeas, el cual albergaría el nuevo Teatro Nacional. El proyecto, a cargo del arquitecto Adamo Boari, tenía la difícil tarea de mostrar la modernidad y el progreso en una nación contrastante -y al borde de la Revolución– como lo era México.
Influenciado por los estilos de moda en Europa y Estados Unidos, Boari diseñó la fachada retomando los ejemplos arquitectónicos de la época; desde el Romanticismo, hasta el Neoclásico, pasando por el Art Decó y el Art Nouveau, Bellas Artes se convirtió en una construcción ecléctica cuyo exterior se distingue por las líneas onduladas y asimétricas, de las que resaltan las esculturas y los relieves que rememoran a las figuras clásicas. Sin embargo, con el objeto de “mexicanizar” la decoración, se esculpieron en la portada elementos prehispánicos como cabezas de jaguar, guerreros águila, coyotes y serpientes, parecidos a los utilizados en el arte mexica.
Así, con la participación de diversos artistas nacionales e internacionales -como André Allar, Paul Gasq, Leonardo Bistolfi, Géza Maroti y G. Fiorenzo- se dio vida a un magnífico conjunto escultórico. De éste, destacan los pegasos que resguardan la plaza central y el altorrelieve de “La Sinfonía” en la fachada principal, los cuales, entre columnas corintias, esculturas de bronce y balcones con hierro forjado, conforman una de las mayores manifestaciones de la arquitectura mexicana ¡que compite, en belleza y grandiosidad, con cualquier construcción del mundo!
Palacio Postal
En contra esquina al Palacio de Bellas Artes, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, se erige una magnífica construcción dorada de estilo ecléctico: El Palacio Postal, también llamado la Quinta Casa de Correos. De constitución y ornamentación más discreta que su majestuoso vecino, este funcional edificio surgió por encargo del entonces presidente Porfirio Díaz al arquitecto italiano Adamo Boari y al ingeniero mexicano Gonzalo Garita Frontera para convertirse en la sede, a finales del siglo XIX, de la Oficina Central de Correos.
Este novedoso espacio, levantado en el lugar que antiguamente correspondía al Hospital de Terceros Franciscanos, constaría de cuatro niveles y de todos los avances de la época: patios con elevador -uno de los primeros de la ciudad- y una cimentación tipo Chicago basado en retículas de vigas de acero. Si bien, el interior del Palacio Postal constituye una exuberante obra de arte cubierta de arcos y finos detalles en herrería, el exterior de esta construcción, elaborada en cantera blanca de Pachuca, resulta una armoniosa fusión de diferentes estilos como el Gótico y el Plateresco español, conjugados con elementos de Art Nouveau que nos trasladan a las casonas venecianas.
Al observar detenidamente su fachada, se descubren decenas de ventanales -algunos coronados por querubines o leones alados- y las figuras fantásticas de dragones y gárgolas que estilizan las marquesinas y los 15 faroles florentinos que cubren sus bordes. De sus detallados muros, sobresale la esquina en la cual, en pan-coupé, se remata con un exquisito reloj de manufactura alemana y delicada crestería, así como las cuatro puertas metálicas que acceden al edificio. También, destaca la marquesina de la entrada principal la cual, fabricada en hierro forjado, une la doble cabeza de un león recubierta por bustos en cantera de dos minotauros y un águila de frente con las alas desplegadas: el escudo nacional de la época.
Sin duda, el conjunto conformado entre el Palacio de Bellas Artes y el Palacio Postal, enfrentado con la vanguardista Torre Latinoamericana, constituye uno de los cuadros más admirables de esta gran metrópoli.
Museo Nacional de Arte (Munal)
Resguardado por la bella Plaza Manuel Tolsá y su afamada escultura ecuestre de Carlos IV, conocida como “El Caballito”, el Museo Nacional de Arte (MUNAL) ocupa desde 1982 las instalaciones de lo que fuera el Antiguo Palacio de Comunicaciones.
Esta magna obra, ubicada en la calle Tacuba en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fue encargada por Porfirio Díaz al arquitecto italiano Silvio Contri, quien la terminó en 1911.
El MUNAL se conforma por cuatro espectaculares fachadas de estilo modernista que surgen de la combinación de corrientes arquitectónicas pasadas como el gótico y el clásico, con el empleo de estructuras metálicas y herrería, las cuales denotaban progreso y vanguardismo. La portada, recubierta de cantera de los bancos tlaxcaltecas de San Martín Xaltocan, cuenta con puertas de acceso laterales, las cuales poseen detallados recuadros adornados con el águila y la serpiente posada sobre el nopal.
En tu visita a esta magnífica construcción, no dejes de admirar el Palacio de Minería, obra de Manuel Tolsá, el cual se encuentra enfrente, y resulta un valioso complejo que forma parte del patrimonio de la UNAM, y que cada año se convierte en el hogar de la Feria Internacional del Libro.
Casa de los Azulejos
Recubierta por miles de mosaicos polícromos de talavera poblana que, en conjunto, confieren un reflejo azulado, la fachada del Antiguo Palacio de los Condes de Orizaba -como también se le conoce- constituye una de las portadas más remarcables de la Ciudad de México.
La historia de este singular edificio se remonta al siglo XVI cuando fue trazado en la elegante esquina de los callejones de Plateros y la Condesa, en la Calle San Francisco (que actualmente conforma la avenida peatonal de Francisco I. Madero). Su construcción se inició en 1793, resultado de la unión de las casas pertenecientes a dos adineradas familias criollas por el acuerdo matrimonial de Graciana Suárez Peredo y el Segundo Conde del Valle de Orizaba. Durante el siglo XIX se estableció en ella el exclusivo Jockey Club, uno de los centros de reunión de la élite porfiriana, hasta que en 1919 pasó a ser propiedad de los hermanos estadounidenses Walter y Frank Sanborn quienes adecuaron en él un concepto único en el país: restaurante, tienda de regalos, farmacia y tabaquería en un mismo lugar.
El Sanborns de los Azulejos, como se le nombra comúnmente, destaca por la bella cerámica vidriada de su portada, el magnífico mural de José Clemente Orozco de su interior y las increíbles leyendas de las que ha sido testigo, motivos por los cuales el 9 de febrero de 1931 fue declarado monumento nacional.
Recién edificada, miles de personas pasaban a diario sólo para admirarla y hoy, más de 200 años después, la Casa de los Azulejos es un sitio de visita obligada en la capital mexicana. No en vano, esta caprichosa probadita de arquitectura con "sabor a Puebla" (por el exquisito uso de los mosaicos de talavera en su fachada), fue descrita por Octavio Paz como “un verdadero striptease arquitectónico”.
Cámara de Diputados
En el Centro Histórico, en la esquina que se origina del cruce de la Calle Allende y la mítica Donceles, famosa por sus “librerías de viejo”, yace la antigua sede de la Cámara de Diputados cuya fachada clasicista es una de las joyas mejor guardadas de la Ciudad de México.
Esta obra, que remata en pan-coupé y en la que se entremezclan elementos Neoclásicos, Clásicos y del Barroco Francés, originalmente albergó, por muy poco tiempo, el Teatro de Iturbide. Sin embargo, debido a un incendio ocurrido en Palacio Nacional, se adecuaron sus instalaciones para reubicar a los diputados y que, desde allí, realizaran sus funciones. Posteriormente, a partir de mediados de la década de los ochenta, esta construcción se convirtió en la Asamblea de Representantes del Distrito Federal misma que, desde 1997, adquirió la capacidad de legislar.
Para el proyecto de la Cámara de Diputados, encargado al arquitecto Mauricio de María Campos por orden de Porfirio Díaz, se rediseñó la fachada adosando un frontón de corte clásico, el cual se encuentra sustentado por detalladas columnas jónicas y una escalinata que culmina en tres puertas de hierro y vidriería, concluidas en arcos de medio punto; ¡un complejo que rememora a los armoniosos palacios legislativos grecorromanos!
Te recomendamos visitar este espacio, uno de los escenarios más importantes de la vida política nacional desde el siglo XX, en la noche. Es en esta parte del día cuando las luminarias resaltan la grandiosidad de sus formas, las cuales se complementan con la elegante fachada del Teatro de la Ciudad que se encuentra en la misma calle: un recorrido inolvidable en las entrañas de la Ciudad de México.
¿Quieres escaparte a Ciudad de México? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable